Preciosa mecedora de juguete que imitaba en formas y estilo a las auténticas mecedoras de los años 60. |
Hoy en día, a las niñas se les deja jugar de nuevo con cocinitas, con máquinas de coser de juguete o con escobas de plástico. Pero hubo un tiempo en que los juguetes relacionados con la casa, con el hogar y con las tareas domésticas, cayeron en desgracia acusados de machismo.
Hace más tiempo, cocinitas, lavadoras, escobas, juegos de café, cubiertos de juguete, carritos de bebé o hasta cualquier pieza de mobiliario en miniatura; eran los juguetes preferidos por las niñas. Eran juguetes con los que las niñas podían imitar a sus mamás, siendo esta la forma más natural de crecer, aprender y desarrollarse.
No me sorprendió por ello, encontrar esos juguetes en el museo de Ibi. Cacharritos de cocina, muebles para decorar habitaciones en miniatura, completas casitas de muñecas, juegos de café para niñas o hasta lavadoras, máquinas de coser o cocinas de juguete; eran comunes en la vida infantil de no hace tantos años.
Los cubiertos de juguete eran y son una forma de empezar a introducir a los niños en el mundo de la decoración de la mesa y el gusto por disfrutar de ella bonita. |
La verdad es que no me atrevo a afirmar que estos juguetes relacionados con el hogar, con la decoración e incluso con las tareas de la casa, fueran un reflejo de una sociedad machista o fueran simplemente la representación en forma de juguete de los gustos de las niñas de la época. Fuera como fuera, estos preciosos juguetes han aguantado el paso del tiempo como documento histórico que nos devuelve al presente, imágenes de hogares de un pasado aún reciente y aún vivo en la memoria de aquellas niñas ahora madres o abuelas.
En los años de la posguerra en España y hasta muchos años después, las niñas soñaban con amueblar y decorar su propia casa, mientras jugaban a hacerlo con sus casitas de muñecas. |
Muchas niñas que vivimos esa «caza de brujas» contra los juguetes «machistas», pudimos disfrutar de cubiertos de plástico o fregonas de juguete, pero con la pesada sombra de luchar contra el sometimiento de la mujer y el miedo a convertirnos en «solo» madres y amas de casa. Pero logramos más; aquellas niñas hoy somos mujeres adultas, con profesiones y trabajos fuera del hogar. Abandonamos un poco el hogar y lo asociado a la casa, pero solo un poco. Hasta hoy.
Los muebles de juguete de los años 30 no tenían nada que envidiar, salvo el tamaño, a los muebles reales de la época. |
Es quizá por el costoso logro femenino de «ser iguales al hombre», lo que hoy nos da el derecho a las mujeres, a mirar de nuevo al hogar, a la casa, a la decoración y a la cocina. Porque aunque tuvimos que renunciar e incluso rechazar algo que en fondo la mayoría amamos, lo hicimos solo por un tiempo.
Empujadas quizá por esa sensación general de que cualquier tiempo pasado fue mejor, de que el tiempo presente lleno de tecnología, máquinas e industrialización no satisface o por esa tendencia vintage que hoy lo invade todo, a las mujeres nos «vuelve a gustar» el hogar. Nos vuelve o más bien hemos recordado que nos gusta cocinar, nos gusta saber qué silla combina bien con qué tejido o hasta qué producto es mejor para quitar las manchas de una alfombra.
Habitaciones que luego se transformaban en completas casas de juguete, quizá despertaron en muchas niñas el gusto por la decoración. |
Lo mejor de recordar que nos gusta el hogar y la decoración no es que nuestras hijas puedan disfrutar de juguetes tan bonitos como aquellos que he encontré en el museo de Ibi, es que hemos convencido a los hombres de que no hay nada malo en la casa y el amor por las cosas de la casa.
Ya no nos da miedo que nuestras hijas nos imiten limpiando o decorando. Y lo mejor de todo, es que gracias al lento proceso de la revolución de la mujer, hoy las niñas no solo imitan a las mamás jugando a decorar la casa o a limpiarla; hoy también están imitando a los papás con sus juegos del hogar.