Hace unas semanas mi madre me pidió ayuda para decorar una pared blanca. No es la primera vez que me enfrento al desafío de decorar una pared blanca, pero la presión siempre aumenta cuando la pared es de otra persona y no estás decorando tu propia casa. Aún así, decidí optar por la fórmula más atrevida y aquí está el resultado; una pared rosa con lunares blancos.

Ni el nuevo color ni el nuevo diseño de esta antigua pared blanca, son los que normalmente se escogerían para decorar la casa de una madre. Pero como mi madre es casi tan osada decorando como yo, cuando le presenté la idea no pareció disgustarle eso de pintar de rosa y con lunares la pared.

El resultado, aunque sorprendente y llamativo lo de encontrar una pared rosa y punteada en un salón, ha sido bueno. El truco para permitirse osadías decorativas en las paredes, está en hacerlo solo en una. No se trata de pintar las cuatro paredes de una habitación con colores tan valientes como el rosa o motivos tan descarados como los topos. Pero una pared valientemente decorada, en una sala que respeta los cánones con el resto de la decoración, puede ser un punto fresco muy acertado.

Mi madre buscaba destacar el mueble librería blanco, una BILLY de IKEA, sobre la pared, que al estar igualmente pintada de blanco, perdía caracter.

Por eso, que teníamos que pintar la pared con color era imperativo. La elección del rosa para esa pared fue natural por tener algunos otros detalles de este color en el salón. Y finalmente, los topos blancos, los lunares o los puntos sobre la pared, fueron consecuencia directa de que en la librería mi madre tiene expuestas algunas fotografías de su nieta que aún ni tiene un año. Era necesario desenfadar y hasta darle un toque infantil a esa pared y los lunares blancos sobre fondo rosa parecen conseguirlo.

Yo estoy encantada con la nueva decoración y cambio de imagen de esta pared y mi madre está feliz por tener un espacio diferente, atrevido y divertido en su salón. ¿Qué pensáis vosotros?

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